martes, 15 de abril de 2008

襟怀 jīn huái :螞蟻上樹, (3)



Sin mediar palabra Estrella dejó de presionar, aunque su pie seguía en posición. Al dejar de sentir la presión me di cuenta de que mi pene había adquirido una proporción desmesurada, estaba realmente excitado, en ese momento la hubiera cojido y desparramado encima de la mesa para penetrarla, a no ser de estar en un sitio público donde las hormigas se comían. Estrella debió ver mi cara de deseo por que al momento reinició su masaje, esta vez aún la notaba más. Coloqué mis manos sujetando la cabeza, con los codos apoyados en la mesa para taparme la cara, para que nadie pudiera ver que mis ojos empezaban a ponerse blancos de placer. El cazador había sido cazado.

Ni en mis fantasías más irreverentes había soñado con una situación así, en pleno local público, Estrella había conseguido cegarme de deseo con tan sólo un pie y su mirada lasciva.

-¿Te gusta ehh?, me dijo Estrella mientras su presión se hacía mayor.

-Te gusta jugar, ¿verdad?, conseguí decirle con mi voz entrecortada.

- No sabes como, me contestó con su voz sensual.

-Pues si quieres jugar juguemos, le dije intentando volver a cojer las riendas de lo que creía mi partida ganada. ¿Ves a aquel tipo en aquella mesa que está solo?.

Estrella giró la cabeza hacia donde yo dirigía mi mirada, un hombre corpulento de mediana edad terminaba de cenar en ese momento de espaldas a nosotros, y pedía su postre al camarero feliz.

-Si, le veo, ¿qué pasa con él?

- Apuesto a que no eres capaz en cinco minutos de llevártelo al baño de caballeros y excitarlo tal y como has hecho conmigo. Si eres capaz y entras con él al baño, en cinco minutos entraré yo y veré el resultado. ¿Te atreves?.

Estrella ni si quiera contestó, me lanzó una mirada desafiante de mujer retada, levantó su pie de mi pene y se calzó el zapato, antes de 30 segundos ya estaba sentada junto a el hombre con la mejor de sus sonrisas.

En el restaurante nuevo mundo todo el mundo era feliz, yo mismo de ver que Estrella hacía lo que le pedía, el alegre camarero con su restaurante lleno, Estrella que se había dado por retada y el desconocido hombre corpulento, que se había encontrado una agradable compañía sin esperarlo.

Mis esfuerzos por escuchar algo de la conversación eran vanos, no podía entender nada de lo que ellos hablaban, pero los gestos del hombre corpulento no daban lugar a ninguna duda, estaba a gusto junto a Estrella. No habían pasado cuatro de los cinco minutos cuando observé que se levantaban, primero ella, al segundo él, desde mi sitio pude observar donde se dirigían sus pasos... al lavabo de caballeros. Miré mi reloj. Cinco minutos para entrar.

Una hormiguita, se balanceaba sobre la tela de una araña
como veía que no se caía, fue a llamar a otra hormiguita.

Dos hormiguitas se balanceaban sobre la tela de una araña....

Mi pensamiento estaba situado en cosas tan importantes como la canción de las hormiguitas dejando que pasaran los minutos de espera.

El Chino, asesino de lagartos y hormigas los domingos por la mañana y embaucador con sonrisa de hojalata en sus ratos de camarero, seguía poniendo cafés a dos manos y con una graciosa botella que contenía un lagarto disecado de mesa en mesa.

Un lagartito se balanceaba sobre la tela de una araña...
como veía que no se caía... fue a parar a una boteeeella...

Posiblemente el Chino era excesivamente joven para haber nacido en el año que asesinaron a Kennedy, pero con ese historial que se le suponía yo, no descartaba la posibilidad de que algo hubiera tenido que ver.

Pasado el tiempo decidí levantarme y dirigirme hacia el baño, pero algo me detuvo en seco al pasar por la mesa del hombre al que Estrella había llevado allí.. Una esbelta mujer de unos treinta y pocos señalaba la chaqueta del hombre corpulento en su mesa vacía. El encantador (de serpientes) Chino se encogía de hombros y señalaba al baño a la pregunta de ella.

-¿Donde está mi novio?.

Cabrón dicen que es al que le crecen los cuernos. Hay muchos tipos de cabrones, pero posiblemente el más cabrón de los que cabrones es el que dice algo con malicia, sabiendo que la va a liar, así que de pie junto a ella le dije..

- Le he visto meterse al baño de caballeros con una escultural mujer de grandes pechos.

Añadí lo de grandes pechos a sabiendas que eso le iba a picar, la mujer como norma piensa que su hombre puede desear lo que no tiene, en el caso de esta mujer a pesar de su largo cabello rubio y su escultural figura eran los pechos.

Mientras mi expresión adquiría un tono de media sonrisa maliciosa ella se ponía roja de ira. Empujó con brusquedad la silla que le cortaba el paso y se dirigió hasta el baño. Yo la seguí, bastante divertido por el espectáculo que vaticinaba. Abrió la puerta del lavabo de caballeros. Era amplio, había varios urinarios de pie y un gran espejo con dos lavabos.. Tras la pared de los urinarios un pasillo con tres puertas separadas que daban acceso a tres estrechas cabinas con una taza de water. Las tres puertas estaban cerradas y la enfurecida novia abrió la primera de ellas que estaba vacía. Lo hizo muy despacio y sigilosa, como el que se esconde para dar una sorpresa de cumpleaños. Volvió a cerrar la primera puerta y abrió la segunda igual de sigilosa, no, tampoco había nadie tras esa puerta y ella se colocó delante de la tercera. Se inclinó levemente para ver por debajo de puerta que no llegaba hasta el suelo. Yo la seguía, esperando el desenlace ya próximo, creo que ella ni si quiera se había percatado de mi presencia o decidió no darle importancia.

En el restaurante Chino nuevo mundo casi todo el mundo era feliz. El Chino sonriente cazador de lagartos, yo mismo observando la escena que tan cuidadosamente había creado, incluso el tipo corpulento al que Estrella le hacía una felación cuando se abrió la puerta, parecía de lo más feliz, también Estrella, que chupaba y lamía ese pene como si se fuera a terminar el mundo parecía feliz en ese momento. Bueno, todos ...todos... no parecíamos estar felices, la rubia colorada de ira empezó a gritar...


- ¡ Maldito capullo¡ ¡Te he dicho cien veces que no seas avaricioso y me avises¡, dijo al tiempo que abría su bolso y sacaba un enorme consolador negro de él.


-Pdfavod, cerrab lab puebta, dijo Estrella sin dejar en ningún momento sus operaciones boca-cionales.

Tierra trágame, pensaba yo al ver que me quedaba fuera mientras la puerta del baño de 1.80 de largo por 1.20 de ancho (según legislación vigente) me daba en las narices. Al momento empecé a escuchar un leve zumbido y pequeños gemidos que provenían de dentro. Mi boca abierta acompañada de la cara de gilipollas que se me había quedado mirando la puerta entornada, es lo que debió de sorprender al Chino cuando irrumpió en el baño gritando:

- ¡¡QUE PASAL AQUÍ ¡

1 comentario:

Helter dijo...

Pues sí que son grandes estos lavabos. Yo el otro día entré en uno que para cerrar la puerta tuve que subirme de pie a la taza.