jueves, 18 de febrero de 2010

La perilla y el sobrepeso.


De todos es sabido que la perilla y el negro adelgazan a la vista de los demás.


Si usted es delgado y se deja perilla, parecerá la cabra de la legión, sin embargo si tiene algunos kilitos de más y se deja una perilla media (sin abusar en su largura), le adelgazará esos mofletillos que sobresalen de su cara. Es una ventaja de las muchas que tenemos los hombres, usted señora, se podría dejar también perilla, pero no le va a quedar igual de bien, seamos realistas, como las canas.


Estaba reflexionando sobre lo visto en la gala de los Goya 2010 y de repente se me cruzó Almodovar y su perilla. El presidente de la Asociación Mundial de Miradores de Ombligo Propio Compulsivos (A.M.M.O.P.C.) decidió bajar de los cielos a lo terrenal para entregar el Goya a la mejor película. Con Almodovar me pasa algo raro, me gustan bastantes cosas de su cine, algunas son infumables, pero no me gusta él. Labor inconmensurable de Alex de la Iglésia en aras del bien del cine Español.


Pero yo he venido aquí a hablar de los verdaderos triunfadores de la noche, no de extraños personajes que padecen el síndrome pre-mestrual habitualmente cuando no se les da lo que quieren, y el verdadero triunfador se llama Fernando Trueba. No es la solidaridad con el perdedor, ni mucho menos, es simplemente la persona que hizo más bien al cine Español durante la gala estando allí, sabiendo como sabía que no se iba a llevar nada. A diferencia de otros que ni aparecen cuando saben que no están premiados, o despotrican si no les dan los premios, Trueba aguantó la gala como un campeón sin despeinarse. Esto debe ser así, una año te toca, otro no, pero lo importante es estar y saber perder. Bien por Trueba.


La cámara quiere a Maribel Verdú. Siempre que está nominada sus planos son incesantes por que además es la más expresiva con diferencia. Si hay que reír, ríe, si hay que llorar, llora, si hay que poner cara de intriga la pone, es el equivalente a Meryl Streep en los Oscar.


Me dejo para el final a De La Iglésia. Hizo de algo como una gala que suele ser tedioso un producto para vender y con ritmo. Casi no dio tiempo a aburrirse, como sus pelis, y su discurso, como sus pelis, tenía ese puntillo de mala leche que tanto me gusta.