jueves, 3 de abril de 2008

襟怀 jīn huái :螞蟻上樹, (2)

-¿ Sake? ¿Licol de Lagarto? ¿Licol de manzana o melocotón?, dijo el camarero atento al ver que apurábamos los cafés.

Lo que me faltaba por oir, además de un oso hormiguero en potencia, el Chino también se entretenía en irse al campo a cazar lagártos. Lo imaginé el Domingo por la mañana, bién temprano, con su mochila campestre a la espalda, llena de tapers para meter hormigas y lagártos, como el que se vá a cojer rebollones.

Definitivamente en el restaurante Nuevo Mundo, todo el mundo era feliz, a excepción de las hormigas y los lagártos. Estrella negó el licor con la cabeza y yo con la mano, y al momento el Chino feliz llegó con la cuenta y dos calendarios Chinos, de estos que son tan bonitos a la vista, pero nadie los ponemos en nuestra casa por que no nos pegan ni con cola.

En un rápido movimiento de piernas Estrella se colocó en la silla de al lado para enseñarme el calendario, nada novedoso había en el, ya lo tenía bastante visto, la novedad radicaba en la mano derecha de Estrella posada en mi entrepierna al minuto de sentarse, haciendo una suave presión en la punta de mi pene por debajo del mantel. Consiguió mi erección casi de inmediato, y para su sorpresa quité su mano y la coloqué sobre la mesa de nuevo.

-¿No vas muy rápido? le pregunté.
- No me gusta perder el tiempo, respondió.
- Busco algo más que sexo, le dije, follar por follar para mi no sirve, debe de atraerme algún tipo de encanto más que el físico. ¿Con quién te crees que estás sentada?.

En el restaurante nuevo mundo, todo el mundo a excepción de hormigas, lagártos y Estrella en ese preciso instante, era feliz, su cara adquirió un tono rojizo avergonzado por algo que no esperaba y no supo responder a mi pregunta. Atinó a balbucear...

-¿Que es lo que quieres de mi?

Esto se ponía más que interesante. Su larga gabardina colgada en la percha me estaba dando una idea de lo más sugerente, aunque fuera hacía frío. Intenté pensar que pasaría por la cabeza de Estrella en ese momento. Había vuelto frente a mí, a su sitio, su color de cara ya no era ruborizado. En una partida que creí claramente ganada ella consiguió sorprenderme al posar su pie descalzo en mi entrepierna por debajo del mantel. Empezó con una suave presión y no me apeteció en ningún momento quitarle el pie.

A traves de mi fino pantalón lo notaba caliente a pesar de estar en pleno invierno, y la suave presión empezó a convertirse en un suave masaje de arriba a abajo al que mi pene respondió alegremente. Sin quitar el pie de su actual acomodo, Estrella echó su silla un poco más adelante hasta quedar casi pegada a la mesa y su presión se hizo mayor. Me cojió la mano como si quisiera empujarme hacia ella y mi cara empezó a descomponerse haciendo inutil los esfuerzos por disimular. No podía levantarme de la mesa en ese estado, tampoco quería.

-Que haces..., conseguí articular con voz entrecortada.

Sin mediar palabra Estrella dejó de presionar, aunque su pie seguía en posicíón. Al dejar de sentir la presión me dí cuenta de que mi pene había adquirido una proporción desmesurada, estaba realmente excitado, en ese momento la hubiera cojido y despramado encima de la mesa para penetrarla, a no ser de estar en un sitio público donde las hormigas se comían. Estrella debió ver mi cara de deseo por que al momento reinició su masaje, esta vez aún la notaba más. Coloqué mis manos sujetando la cabeza, con los codos apoyados en la mesa para taparme la cara, para que nadie pudiera ver que mis ojos empezaban a ponerse blancos de placer. El cazador había sido cazado.

continuareison

8 comentarios:

Helter dijo...

Ahora viene lo de que el señor de la mesa de al lado te ve la cara y le dice al camalelo: "Oiga, póngame lo mismo que a ese señor".

Badil dijo...

Y encima la comida se quedaría fría

Trikki dijo...

Bienvenida Badil.

Que vá, si ya estaban con el licol de lagalto, eso vá después del postle.

Trikki dijo...

Oigan, que lo bueno que tiene este ladrillo es que ya sé como acaba.

La escena de la cena la recordaba de un libro (no así, claro, ma o meno)de Anne-Marie Villefranche que se titulaba algo así como "memorias eróticas del París de los años veinte". Es curioso que hallan escrito ustedes dos (ambas machistas), por que recuerdo una historia de ese libro en el que a un tal Marcel Chalom le deja su amante, y como consuelo utiliza a la mujer de la limpieza, que le hace unas cosas "mu"raras con unas medias imitando a su ex-amante, echando su perfume, pero el siempre con los ojos cerrados pensando que es la otra, por que como todas ustedes saben, las mujeres de la limpieza del Paris de los años veinte eran toscas y feas.

A ver si la repesco y la fusilo para ustedes, que les vá a encantar.

Badil dijo...

De medias y calcetines usted es el experto. Y cuando vengan las del gremio de señoras de la limpieza a mi no me llame que tengo faena.¿Machistas?

ludovico dijo...

Lagalto, lagalto...
Y, dígame, tenía los pies muy fríos la acusada...

Trikki dijo...

No se me enfade Badil, utilizaba mi ironía de trazo gordo sobre las percepciones que me producen sus escritos en relación con el sexo opuesto, pero al revés.

El rotulador edding 800 tiene una punta más gorda que mi cabeza, y escribo con ese.

(helter no lo digas)

Helter dijo...

Vale, no lo digo. Me debes una.