jueves, 3 de julio de 2008

La casualidad como elemento de trabajo.

A lo largo de la historia de la humanidad la casualidad ha sido un factor importante en muchas investigaciones científicas. Que sería de la ley de la gravedad si el dichoso manzanazo. Pero hoy quería contarles algo de las casualidades en el cine a cuenta de la muerte el pasado 15 de Junio de Stan Winston, licenciado en bellas artes, áctor frustrado y creador de lo que podemos denominar "efectos especiales" en el cine.

Winston es responsable por ejemplo de las largas tijeras de Eduardo y de numerosos animatronics (muñecos, marionetas manejados por motor o operarios) que seguro usted ha visto alguna vez, pero no sólo eso, ha sido el hombre capaz de mezclar muñecos y ordenadores sin que se note mucho, que es lo más importante de un efecto visual, que sea creíble. Yo por ejemplo no me creo a Spiderman, ni a Hulk, sin embargo a los donosaurios de parque jurásico si me los creo, y esto es por que se han ayudado de las más modernas técnicas informáticas, pero sus animatronics han sido tanto o más importantes. Winston es también el responsable de la degradación de Terminator en esa primera parte que sorprendió al mundo. Aquel que le dijo a Spielberg "nada es imposible", tambien creó a la Reina de Aliens, manejada por quince operarios. El cine de ciencia ficción le debe mucho, pero ya que hablamos de Alien, vamos con una de las más grandiosas casualidades llevados al efecto especial.

Corría el año 1978 cuando a Carlo Rambaldi, animatronico de profesión, le habían encargado el trabajo de dar vida a unos extraños dibujos de extraterrestres de H.R. Giger, un pintor Suizo. Preparaba Alien, el octavo pasajero, semejante (y feo) bicho. Rambaldi estaba en casa, pensando de como podría hacer eso de que un bichejo muy feo saliera del pecho de una persona, gruñera un poco, y se fuera disparado ante la atónita mirada de la tripulación de la nave Nostradamus mientras su hijo pequeño con un tren eléctrico jugaba junto a él. El niño emitía unos sonidos como cualquier niño quejuega con un tren, chuuuuu chuuuuuu, prrrgggg, uhhh y Rambaldi prestó atención a aquellos sonidos. Rápidamente se levantó, y cogió su grabadora, y grabó os sonidos que su hijo emitía jugando con el tren. Pero no terminó ahí la aportación silenciosa de su hijo, por que para que el alien huyera debía moverse, y para miverse, ¿qué mejor que unas vías que le indicaran el camino y subirlo en un tren eléctrico?. Bien, ya lo sabe, ahora vuelva a visionar esas imagenes de la película y fijese bien, tanto en el sonido del bicho cuando dice más o menos "ya estoy aquí", como en las hermosas vías que verá sobre la mesa cuando forcejean con el "padre" de la criatura. La variable casualidad en su mayor esplendor.

2 comentarios:

Arkab dijo...

Oiga, ¿comentar esta secuencia se le ha ocurrido antes o después de leer la última entrada de Helter? ¿O habrá sido vicevérsicamente al revés? Qué lío innecesáreo.

Helter dijo...

Trikki no me copia las ideas, yo se las copio a él. Pero como que voy muy deprisa, parece que se me hayan ocurrido a mí primero.