lunes, 7 de julio de 2008

Día del orgullo Gay


En la foto Tyson Gay, atleta Estadounidense, declaró ayer, orgulloso, que posiblemente la lesión muscular que sufre no le impida correr los 100 metros en los juegos de Pekin, lo cual nos dejará a los aficionados la medalla más disputada de las ultimas olimpiadas entre Bolt (actual recordman 9.72), Asafa Powell (9.74) y el propio Tyson Gay 9.85 (este año).


A pesar de estar enamorada, al menos físicamente, de la chica del estanco que había junto a su farmacia, Elena, bastante mayor que ella, nunca se atrevió a hablarle de nada que no fuera el tiempo o alguna afición en común cuando se juntaban en las puertas de sus respectivos establecimientos a fumar el cigarrillo de rigor durante el trabajo. Lo tenían casi controlado, cada hora y media y si el trabajo no lo impedía, salían a fumar y charlaban un rato, pues no hay nada más aburrido que fumar sin charlar o sin hacer algo mientras fumas.
Elena empezó a sentirse atraída por la chica del estanco que había junto a su farmacia un día, y sin venir muy a cuento. Elena era lesbiana en secreto, en aquel pequeño pueblo Navarro no podía permitirse el lujo de hacer público semejante tendencia sexual, un pueblo pequeño, donde ella era la boticaria y todo el mundo se conocía. Elena viajaba los fines de semana que no tenía guardia a la ciudad, a ligar lejos del pueblo, donde nadie le reconociera ni le pudiera colgar de por vida ese San Benito de "Bollera". A pesar de lo que pueda parecer sigue habiendo muchas diferencias entre pueblo y ciudad en este aspecto, en la ciudad eres un desconocido al que a nadie le importan tus tendencias sexuales, y además, Elena tenía el precedente de Nuria, una vecina que dejó a su marido para irse lejos con una bailarina de barra Americana. El pueblo la lapido, a ella y su familia y no con piedras, sino con miradas furtivas, comentarios a escondidas y públicamente en su farmacia cuando se juntaban dos a comprar aspirinas. Fue el tema de moda durante al menos un año, y es por ello que Elena, a pesar de pensar una y mil veces el polvo que tenía la estanquera, nunca jamás se le ocurriría mas que fumar con ella. No era rentable ni para ella, ni para su familia, ni para su negocio.
Aquel día de Viernes Elena tenía guardia, y fue a eso de las doce de la noche cuando la estanquera entró en su farmacia sola y le hizo su pedido. Dos cajas de Durex de doce, dos tubos de Cumlaude Mucus y tres cajas de Cialis de 10 mg. Elena pudo observar que bajo el top ajustado no llevaba sujetador. Le envolvió su pedido y se despidió de ella acompañandola hasta la puerta sólo para ver quién le esperaba fuera. Pudo ver un microbús con el equipo completo de Osasuna promesas y ella, la única mujer que les acompañaba. Subiendo la escalerilla del bús contó los asientos ocupados por hombres jovenes con las hormonas revolucionadas. Seis, ocho, doce, catorce, diecinueve en total. Se volvió sobre si misma y miró a Elena, a la que vio con cara llorosa apunto de explotar. Desde arriba del bús ella le gritó:
- ELENA, PASA DOS CAJAS MÁS DE CONDONES QUE CREO QUE HAGO CORTA.

2 comentarios:

Helter dijo...

Bueno, por lo menos Elena tiene barra libre de antidepresivos varios. Además, apuesto a que unos pocos meses después la estanquera entrará en su farmacia a pedirle un predictor, porque como todo el mundo sabe, Elena sólo vende condones caducaos.

Trikki dijo...

Oiga, que yo había pensado tirarla a la vía del tren, pero usted se me adelantó.